Tradicionalmente se adjudica al emperador Túpac Yupanqui la ocupación Inca en la Argentina.
Entre el 1300 y el 1400 los ejércitos imperiales entraron en el Noroeste argentino (Catamarca, Tucumán, Salta y Jujuy ). Los aborígenes, que por aquel entonces habitaban esa región, intentaron resistir; pero los incas lograron dominarlos.
Y para controlarlos mejor, trajeron gran cantidad de mitimaes o colonos extranjeros que respondían a los intereses del Tawantinsuyu. Algo parecido ocurrió en el norte de CHILE.
Los incas siguieron su avance hacia el sur, conquistaron a los huarpes de San Juan y Mendoza e incorporaron toda la región al Collasuyu, sección sur del imperio. La dividieron en provincias y construyeron caminos, tambos, centros agrícolas y de producción de tejidos, collcas, pukarás o fortalezas y numerosos santuarios en lo alto de las montañas. Frecuentemente levantaron instalaciones dentro o a continuación de los poblados locales, como ocurrió en Tilcara (JUJUY) y en Quilmes (TUCUMÁN).
Pero los grandes centros imperiales de esta región fueron diseñados siguiendo el estilo impuesto desde el Cusco: con sus plazas, y demás edificios públicos.
Construidos en áreas claves y asociados a algún camino principal, se destinaban a actividades económicas, administrativas y religiosas. Entre los sitios más importantes se encuentran el Potrero de Payogasta en Salta, Shincal en Catamarca, Tambería del Inca en La Rioja y Pucará de Aconquija en Catamarca..
La mayor parte de los antiguos cronistas españoles y también de los actuales arqueólogos considera que la razón principal para la conquista del Collasuyu fue la existencia de oro, plata, cobre, plomo, piedras semipreciosas e incluso sal.
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